El diagnóstico, como columna vertebral del planeamiento
empresarial, trasciende la frontera tradicional del sistema fundamentado en
razones de naturaleza financiera y en el análisis vertical u horizontal
sustentado en los datos suministrados por los estados financieros. En efecto,
se acepta que dicho sistema únicamente permite valorar las ejecutorias
empresariales en los frentes de la solvencia, la movilización de fondos, la
recuperación de la inversión y el estado de endeudamiento. Si bien estos
asuntos son de notoria importancia para la gerencia, los inversionistas, las
entidades financieras y los diferentes sectores proveedores de bienes y
servicios, es procedente apuntar que la gestión no solo se expresa en términos
monetarios. Además, es irrefutable que los indicadores financieros
convencionales no contribuyen a la evaluación de objetivos como la imagen ante
el mercado, la actualización tecnológica, la satisfacción del talento humano
vinculado a las empresas, la productividad del conocimiento o el eficiente
empleo del capital intelectual. El diagnóstico, por consiguiente, debe superar
los límites financieros y apoyarse en información complementaria con el fin de
visualizar el presente y el derrotero de las organizaciones desde las
perspectivas financiera, competitiva, de los procesos internos y del talento
humano.